lunes, 22 de octubre de 2012

IX

Mirar sin ver,
ojos que me hielan.
La sangre se congela
entre rigurosa piel.

Náufrago malherido,
de horas llenas perdido,
hundido, en inframundo de tu ser.
Mártir, de los besos de una mujer.

Oh, bálsamo de vida,
me entristeces las heridas,
sobre la rauda vela,
de una mar de palidez.

Oh, astilla embravecida,
válgame esta despedida ,
para conseguir pisar vereda,
que me quiera, al fin querer.

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