domingo, 3 de noviembre de 2013

Niños pequeños

Hoy me he levantado con el dolor posado sobre mis talones.
El desenlace, el encuentro, el pasado pisado, vuelven tras de mí como una plaga oscureciendo un vasto terreno cultivado todo el año.
Su presencia, su existencia cercana a mí, me hace titubear.
Será que, definitivamente, ya no puedo estar si quiera cerca de ella sin sentir que me vuelve a faltar el aire.
Estaba tan acostumbrado a saber de su existencia a kilómetros de lejanía que, cuando la tengo a unos escasos metros de mi ser, todo en mí tiembla, se disocia, desaparece la naturalidad, y mi pecho y mis ojos se tensan ansiosos.
¿Ansiosos de qué?
¿Acaso hay algo que permanezca para ella?...
La respuesta es bien sencilla, NO...
Sigo sin significar a estas alturas NADA para ella. Y ella cuando está cerca de mí lo vuelve a ser TODO.
Ironías que propone una distancia inadecuada en una vida inadecuada, en un ser inadecuado.

Sinceramente, ya no sé a ciencia cierta si la sigo amando. Es un sentimiento cálido y melancólico que recorre mi ser cada vez que, sin quererlo, vuelvo a soñar con ella.
No he podido parar de soñar con ella.
No he podido.
La tengo atravesada en mi cabeza como una aguja hirviendo esperando el frío despertar de una ola marina revoltosa. Un ajetreo inadecuado en mi cabeza que no me deja pensar.

Durante todo este tiempo, no miento si digo que no ha habido NI UN SOLO PUTO DÍA, que haya pasado enteramente sin haberle dedicado al menos, un pensamiento a ella, a su nombre.
Y estoy cansado ya.
Terrible y estrepitosamente cansado.
Como un TOC harto de escuchar en su cabeza millones de pensamientos pesimistas sobre cada decisión que tome. Así se plantea su presencia en mi cabeza.
Cada día, sin saber muy bien porqué, vuelve a mí. Vuelve a estar ahí. Y me planteo qué tal estará, si será feliz, qué habría pasado si... Que pasará si...
Todo es terriblemente repetitivo con respecto a su ser.

Y para ella yo ya no existo. No nos existimos. Nos desmoronamos y apiadamos.

Somos, a fin me cuentas, como dos niños pequeños. Que, hablan de vez en cuando de forma virtual porque se echan de menos, o al menos quieren saber cómo está el otro, pero en persona somos incapaces de dirigirnos si quiera una mirada. Como si nos diera miedo. Cruzamos la cara y miramos a otra parte. Distantes. Absortos. Como si no estuviera...
Pero yo sí sé muy bien que está ahí... Oh dios si lo sé... Cada gesto suyo revive un millón de recuerdos en esta mente cansada...
Y volveré a preguntarle en dos semanas cómo le sigue yendo todo... O ella me lo preguntará a mí... Y volveremos a cruzarnos algún día..
Volveremos a vernos de forma real...
Y esa vez,
Oh, y esa vez...
Tampoco podremos mirarnos al pasar...


domingo, 5 de mayo de 2013

Depresión

A veces, incontables veces, echo de menos volver a tenerla caminando junto a mí.

Hoy he encontrado una especie de carta suya, un mapa que me hizo una vez para que fuera a recogerla a un sitio, jajaja, putos recuerdos, putos momentos felices. La angustia y la depresión han vuelto a llenar mi cabeza. He vuelto a sentir hervir la sangre dentro mío. Y esa furia me ha atravesado el alma por echarla tantísimo de menos.

Niego el amor tantas veces como me acerco demasiado a una persona. No puedo ser de nadie. Ya no. Sé que no podré mantenerme siempre así, sin encontrar a nadie, sin ser algo más que ese recuerdo tuyo. Eso es lo que me siento en días como éstos, un simple recuerdo en vida de lo que era junto a ella.

Echo de menos mirarla mientras duerme. O sentir que tengo alguien a quién poder confiar plenamente, sentir que me ama. Que me permita amarla con toda mi alma. Entregarme a alguien intentarlo darle todo lo bueno de mí. Echo de menos sus labios, la forma en que andaba y cómo se recogía y tocaba el pelo.

Esta noche la echo de menos a más no poder. Como muchas otras. Pero hoy más que nunca. No sé si será por ese puto recuerdo que he encontrado, o por un tuit que he leído muy deprimente.

Eres un amor jodido, de esos que me van a marcar para el resto de mi vida, de los que no se olvidan. De los que cuando te vuelva a mirar vuelva a sentir que saltan chispas, y todos sepan con sólo verme, que sigo sintiendo lo mismo por ti. Que sigo formando parte de ti, como tú ya has pasado a formar parte de mí hasta que muera.

Porque te lo dije, y ahora tengo la oportunidad de confirmarte que es verdad, Julia.


domingo, 24 de marzo de 2013

Fear

Tenía la sonrisa más bella de todas.
Un mundo entre sus labios de sonreír.
Tenía un cielo en cada mirada,
viviendo sin vivir por ti.

Suelo escribir y recurrir a este blog, siempre, cuando le echo de menos.
Hoy, la vuelvo a echar de menos con todas mis fuerzas.
No podemos obligar a las personas a que estén donde no deseen, donde no pueden estar. Era su vida o hundirse conmigo, e hizo la mejor elección. Hizo más que bien en irse, porque la amo con toda mi alma y quiero que sea feliz.

Es irónico que aún me sigan saliendo lágrimas cada vez que pienso en ella. Como ahora.

Es cruel. Simplemente es.

Recuerdo una escena, uno de esos momentos perfectos, de felicidad plena. El placer de ser lo más feliz que jamás haya sido en mi puta vida. Lo recuerdo como si fuera ayer, y entonces, me entran ganas de reventarlo todo. De levantarme de aquí y destrozar a puñetazos este ordenador. De coger todos y cada uno de estos libros que me rodean y arrancar sus putas páginas mientras arden. Me entran ganas de darle una patada a cada puerta que me cruzo, de salir a la calle y gritar cagándome en esta puta vida. No puedo. Es superior a mí. Sólo quiero largarme. Irme sin más. Acelerar y no parar por nada. Con suerte tal vez me estrelle.

Sigo corriendo. Sigo solo. Sigo acelerando con todas mis putas ganas y jamás freno ni doy marcha atrás. Sido queriendo destrozarme contra el asfalto en cada cruce. Sigo queriendo pegármela en aquella farola, en aquel puto banco. Aún no puedo ver lo que me rodea. Quiero acelerar con todas mis putas fuerzas para no ver nada, para que por fin todo sea borroso y jamás se me ocurra ver nada a mi al rededor. No quiero frenar por nada de esta puta vida. No puedo verlo. Lo veo borroso y me arde el pecho, me entran ganas de reventar todo lo que me rodea. De partirme los huesos de los nudillos contra el saco.

Quiero acelerar, acelero con todas mis ganas. No puedo frenar. No puedo verlo. No quiero. He aprendido que acelerando, es la única manera que tiene una persona de escapar de su pasado. Pues siempre estará detrás de ti, persiguiéndote, pero cuánto más aceleres, más tardará en alcanzarte. Y si lo hace, asegúrate, de que ya estás muerto.

sábado, 12 de enero de 2013

Cruda realidad

Si ahora quieres a otro, significa que no me quisiste ni una cuarta parte de lo que yo te quise a ti. No me adoraste de esa manera. De esa no.
Y no es malo, ni está mal que lo hagas, sólo me asegura y me confirma que sentía exactamente lo que te decía. Aquellas cosas que siempre te dije y que tú no creías. Tal vez ya sea tarde, pero es mi manera de demostrarte que eran verdad.

Siempre te dije que yo te quería más, y al final, gané.


miércoles, 9 de enero de 2013

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante

"Encontré la libertad. Perder toda esperanza era la libertad"

Hay que pensar con optimismo. Con seguridad y convicción.
Sí, ella será siempre el amor de mi vida. Siempre. Hasta que muera. Pero ahora es feliz. Muy feliz. Todo lo feliz que yo no pude hacerla, y eso me hace inmensamente feliz a mi. Inmensamente.

Planteo mi vida como una sucesión de actos donde lo principal, es pensar siempre que todo, TODO, va a salir bien. La mentalidad negativa es un estorbo. Tenemos una sóla vida para complicarnosla con problemas sin solución o cosas que no tienen remedio.

Por ahora, planes cercanos. Estudios, mi moto, y mis hermanos. Poco más. No pido más, no quiero más.
Noto que se me acercan ráfagas de deseo queriendo acercarme a otra relación. Pero me niego. Yo sólo tengo y tuve un amor. No más. Ya he escarmentado. Sentir es sufrir. Sólo quiero sentir cosas buenas, vivir cosas alegres. Ya basta de relaciones que no quiero ni yo. Ya basta de dejarse llevar por un físico atrayente y cuatro apretones. 

Yo no soy de nadie, sólo me pertenezco a mí. Ahora lo veo todo más claro. Ahora ya no tengo nada, y me siento inmensamente feliz. Nada que buscar, nada que encontrar, nada que te ate. 

He perdido la esperanza, y con ello, encontré la puta libertad.


domingo, 6 de enero de 2013

¿Me amas?¿A cuántos más con las mismas ganas?

Supongo que serán las putas Navidades, o el puto invierno, o la puta época de reencuentros que se supone que es.

Aunque no forme parte de su vida sigo queriendo saber de ella. Y eso me arde en el alma. Querer saber a cada segundo cómo estará, cómo la tratarán, sus vivencias. Pero no puedo.
Haberme quedado excluido de su vida duele. Duele este destierro donde ya no tengo ni siquiera la capacidad de saber qué ha hecho en su día. Es muy duro no saber si quiera cómo fue su cumpleaños, verla sonreír al apagar las velas, o haberle buscado un ansiado regalo para hacerla feliz.

Es duro quedar apartado, a la fuerza, de la vida de otra persona. Porque aunque quiera, aunque yo siga queriendo saber más, comprender más de lo que le ocurre y saber qué tal le va cada día, no puedo hacerlo. No puedo hacerle esto. Ella decidió dejarme e irse, y lo tengo que aceptar. Mi dolor es cosa mía, no puedo inmiscuirla en este mundo de soledad y autodestrucción del que ahora soy el dueño.

Si de verdad la amo, si de verdad la sigo adorando, debo mantenerme al margen de su vida. Para siempre.
Y, me pese lo que me pese, con mil lágrimas en mis ojos, no la molestaré... Es el precio que debo pagar por seguir adorándola.

"Y me alejé de ti, no porque te dejara de querer, sino porque te sigo amando..."


Mi cielo

Por momentos intenté decirle que ella era mi cielo. Mi vida. Mis anhelos. Mi mundo. Pero tal vez no fui capaz de expresar con palabras todo lo que encerraba.
Cada gesto salido de su ser era un acto que yo adoraba. Que yo, a decir verdad, sigo adorando.
No me hace falta verle la cara para saber quién es. Conozco su forma de andar, la reconozco como anda. La reconozco cuando sonríe. La reconozco cuando miente y cuando me dice la verdad.
Adoro tanto todo lo que la forma, que conozco más de toda ella que de mí. Porque a decir verdad, aún no sé que cojones escondo ni que quiero.

La cagué. La hice llorar tantísimas veces que no merezco si quiera su mirada. Le hice mucho daño, la hice sufrir, cuando sólo trataba de encontrar una solución para no perderla nunca.

Pero se fue, y yo sigo aquí, reconcomiéndome por dentro y pensando que sí, que tal vez ya todo haya pasado. Pero me miento. Es una cruda y gris mentira. La veo y me vuelve a palpitar el corazón con a fuerza de un gigante. No tengo maneras de decirle aún cuánto la quiero. Tampoco las tenía entonces. Y tampoco las tendré jamás.

Mi primer y único amor, ha quedado grabado a fuego para siempre en mis entrañas. Morirá conmigo.

Sería idiota si dijera que no la busco con la mirada en cada sitio que voy. Si no busco cada gesto de ella. Cada sonrisa.

No quiero salir de su vida. Juro que no quiero salir de su vida. Porque eso significaría salir de la mía.

Tal vez me olvidaste ya, pero yo nunca lo haré. Porque una vez te dije que lo nuestro sería para siempre, y no necesito tenerte a mi lado, que me hables, que me mires, que no quieras a nadie salvo a mí, para cumplir mi promesa. Y una parte de ti, siempre me llevará contigo. Y con eso, con ese resquicio de felicidad que alguna vez pude darte, ahora me conformo y me hace sentir bien.

Quiero teñir mi piel con ese sentimiento que sólo tú eres. Que sólo tu formas. Quiero volver a perderme en las horas de tu olor y de tu ser. Quiero volver.

Pero ya es tarde, ya nada es posible, todo ha cambiado, menos lo que siento. Que por desgracia cada vez tengo más claro, que nunca lo hará.


"Hoy vuelvo a recordarla,
cruzo el recelo de su cielo.
Siento que muero en su duelo,
siento que la vida me amarga.

La carga, ardua y triste,
embiste su osamenta en mi pecho.
Mi pesado corazón desecho,
hace añicos lo que rehíce.

Me apiadé de mi, me perdoné,
mas sigo roto por tu abandono,
lloro en soledad, a menudo lloro,
por no ser capaz, de dejarte de querer..."