martes, 16 de octubre de 2012

IV

Arriba paria, el mundo está lejos de redimir.
Arriba gracia de locura en el ocaso del existir.

Ciégame de tus manos,
de tu pelo,
de tu nombre.
Me encuentro donde nadie esconde un dónde.

Donde se erizan el castaño y el roble,
y corrompen su cúpula de acero.
Sin miedo.

Corazón valiente.
Hundido en mi pecho.

Palabras duras, ojos maltrechos.

Heridas maltratadas,
amor a destiempo.

Válgame Dios de morir,
si sigo sin estar despierto.

Lento, suavemente,
como si nunca hubiese muerte,
como si nunca hubiera intentado,
existir, para dejar todo por ti.

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