martes, 16 de octubre de 2012

III


Tú mi cielo,
Yo tu vida.
Tú mil formas de entender lo que siento,
El recuerdo en cada verso escondida.

La flor de mi jardín,
la esencia generosa.
La sutil rama frondosa que habita el corazón,
y lúgubre y triste trepa hasta mi rostro.

De índole lúgubre y lastimosa,
mis ojos lloran por llorar de pena.
Aguantar y soportar tan cruel condena,
presa del castigo del olvidar.

Y si ya no me sientes,
¿Porqué yo te siento?
¿Porqué sembraste sentimientos tan dentro?
Sólo arrancado el corazón acabaría el sufrimiento.

Ya no es por mí,
es por ti,
es por ambos.
Ya no hay nosotros que compartir.

Ya no soy yo,
ya no soy lo que fui,
porque entre tanto intentarlo,
entre tanto morir en cada noche que he pasado,
he aprendido que uno debe intentar,
que uno sólo debe buscar,
la forma de ser feliz, sin depender del ser amado.

Ya no soy rosa,
ya no eres carmín,
ya sólo espinas aguardan mi quimera.

Mis sueños,
aún por cumplir,
se quedaron sin florecer en tu primavera.

El mundo, incansable caminante,
no para nunca por nada ni por nadie.
Aprendí a vivir deprisa para no pensar,
aprendí a no respirar para no ahogarme...

A mi tren de vida,
Ya llego tarde.
No tengo prisa ni trato de adelantarme.
Aún estoy de paso y disfruto del viaje.

La sonrisa más atrevida
y menos concebida de aquel retrato,
sólo guarda un espacio para dos,
sólo guarda un adiós,
quizás volvamos a vernos,
como dos extraños...

No hay comentarios:

Publicar un comentario