El olvido a la fuerza, por obligación, por dureza y como única alternativa, me ha enseñado a ser fuerte. Me ha enseñado a dejar de ser dominado. Ya nunca más seré dominado, igual que tú acabaste dominándome a mi. Ya no soy ese. Se acabaron los miramientos y los sentimientos. Se acabó ser gentil y bueno.
Ahora sólo ansío vivir el momento. Disfrutar de la vida y la puta locura que recorre mis venas cada noche. Dejarme llevar por impulsos, por necesidades. Dejar de mirar en mi corazón y mirar en mi cerebro. Mi corazón se ha forrado de cuero y se ha vuelto de hielo. Me importan un carajo las lágrimas y los pesares. Me niego a volver a tenerlos.
Se acabó, de una vez por todas, sentir. Y ahora, al fin, me siento libre. Libre para hacer lo que quiera, como quiera, y dónde quiera. Podéis decir adiós al que era, porque a este que soy, le importa ya bien poco volver atrás.
He aprendido a valorarme, a quererme, y a no infravalorarme jamás. Soy una persona, tengo mi dignidad, mi fuerza, y me gano el respeto que quiero con dureza y un puño en la mesa, no con gilipolleces. He aprendido, que cuando uno se quiere, cuando uno se da cuenta de sus posibilidades, y se NIEGA a que otros cambien cómo es, y lo que es, todos comienzan a quererte. Cambia tu percepción del mundo, y el mundo cambia su percepción de ti. Todos te miran, algunos te admiran, y otras se sienten atraídas. Es el efecto del reconocimiento propio, de la fuerza nueva y renacida que sale de la libertad de cada uno. Que se IMPONE en cada uno a base de golpes y no acepta que nadie vuelva a pisarlo jamás.
Ya me pisaron suficiente, ya me harté de dejarme llevar por un huracán de sentimientos que sólo llevan a las putas lágrimas. Ella fue la última que me pisó, y eso se acabó. Esta vez no, nunca más.
Y si tengo que pisar, si tengo que dominar, esta vez, lo haré yo.
Sean bienvenidos a mi nueva coraza. A mi nuevo cerebro. No diré corazón, no, porque el que tenía, se pudrió.
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